¡La noche, la calle, la IRA también son nuestras! Itziar Cantera

RENUNCIAR A NUESTRA IRA NOS CONVIERTE EN VÍCTIMAS

¡La noche, la calle, la Ira también son nuestras!

A las mujeres se nos ha enseñado a elegir, entre el tú y el yo, siempre el tú, entre tu bienestar y el mío, siempre el tuyo. El coste es la autoinmolación, la renuncia al desarrollo personal, el quedarnos pequeñas y viviendo en un mundo encogido, el renunciar a nuestra ira que nos aboca a sentirnos víctimas, injustamente tratadas, impotentes, y resentidas. Acarreando una gran cantidad de irritación, perdiendo la fuerza que nos da el enfado y viviendo bajo la alargada sombra de la culpa. PORQUE A PESAR DE NO DARNOS EL DERECHO DE ENFADARNOS CON ORGULLO Y CON PERMISO, NOS SENTIMOS CULPABLES SOLO POR SENTIRLO REMOTAMENTE O CLARAMENTE.  Por todo esto y para, además, poder seguir aguantando, gran cantidad de mujeres viven reguladas por la medicación, antidepresivos y ansiolíticos. Como decía un slogan del 8 de marzo “más feminismo, menos Prozac”

Renunciar a nuestra IRA nos convierte en víctimas sometidas

Si somos víctimas, no podemos decidir, ni cambiar, solo esperar a la buena fortuna, a que el otro/la otra se ponga en mi lugar y quiera mi bienestar, a que se dé cuenta de que tiene que cambiar etc.

Si somos víctimas no estamos en posición de decidir, vamos a dejar que nos decidan.

Si somos víctimas somos NO RESPONSABLES, nos ahorramos el trabajo de pensar, de decidir y de poner en práctica. Nos evitamos la interlocución activa, trasparente y responsable con la otra/el otro, nos ahorramos la negociación. La víctima acumula miles de razones que justifican su sentimiento de agravio, pero” no por mucho acumular razones avanzamos más temprano” si no nos acompaña el coraje de “el aguantar se va a acabar” acumular razones “nos tapará la salida de la cueva”.

 La posición de víctima es una trampa mortal, “nunca máis.

Queremos PODER DECIDIR Y SER RESPONSABLES DE NUESTRA VIDA, y para ello necesitamos poder contar también con la fuerza de nuestra Ira. Porque la Ira, bien gestionada es energía poderosa y autoafirmante, es dirección, es resistencia y es empuje. El enfado nos ayuda a distinguir, a elegir, a decidir, a dibujar el cambio y a realizarlo. Así que a las mujeres del siglo XXI nos toca reconciliarnos con ella, rescatarla, legitimarla y aprender a gestionarla bien.

TODAS Y TODOS TEMEMOS DEJAR DE SER AMADOS, pero por eso ellos mandan y nosotras obedecemos, por eso ellos se enfadan y nosotras, tragamos enfados prohibidos.

PERO……

 “…yo no quiero que me arrullen con cuentos, que no quiero que me sellen la boca con cuentos, que no quiero que me entierren con cuentos y que vengo de muy lejos y me sé todos los cuentos …” cantaba Soledad Bravo el poema de León Felipe, necesitamos con urgencia generar una nueva narrativa más justa y veraz con las mujeres y hasta con los hombres. Una narrativa en la que no desplacemos, no proyectemos sobre el otro género, en la que no haya elegidos por Dios ni siervas de este, sino que ellos y nosotras apechuguemos con nuestra fragilidad y nuestra ambición de ser más, lo más posible.

LA renuncia, la dimisión, no pueden ser el eje articulador de la vida de las mujeres. La resistencia, la consistencia, la presencia, SÍ. Conjugar la primera persona del singular Yo, aprendizaje necesario para sustituir el abuso del Nos. ¿Las primeras interesadas? nosotras claro. ¿Los mayores resistentes al cambio? ellos porque pierden mucha y gratuita cobertura, la tarifa plana que tenían con nosotras. Pero, con ganancia y todo, nosotras lo abordamos con miedo ¿y si, por ponerme tiesa, me quedo más sola que la una? Parece que nosotras también sentimos que nos quedamos sin cobertura, si ellos se enfadan y nos dejan. Cuánto nos han repetido que sin ellos no somos nada y cuán real ha sido además cuando no podíamos ni sacar dinero del banco sin su firma.

Pero ahora, desde hace poco, tenemos razones y horizontes para poder reafirmarnos sin temor a la bancarrota, al ostracismo, al fracaso, a la soledad. ¿Por qué? Porque nuestras narrativas están cambiando, ya no son cuentitos que nos arrullan, además no queremos seguir haciéndonos las durmientes dormidas.  Porque contamos con el amor a la vida de las otras que nos acompañan bien en danza hermosa, compartiendo la libre y maravillosa sensación de que este mundo es también nuestro y lo vamos a mejorar, ¡gustatzen ez zaiguna aldatzera goaz!

Emakume zuzenak, ………, konplize ditut eta maite ditut denak! Porque reconociendo nuestra potencia vital, dejándonosla sentir,ira included,  encontramos sentido, deseo y dirección. No sólo el amor es fuente de luz y de energía, también lo es el disentir y el desacuerdo, somos cada cual un ser de luz que tiende al infinito, y ni puede ni debe dejar de tender a lo más allá que sea posible, porque ese es nuestro destino humano; desarrollar, desenredar, propulsar la vida dejando atrás lo que nos recorta y minimiza.

Las mujeres somos seres individuales, no seres nacidos para diluirse en un nosotros, ni para pertenecer a un tú, hombre.

Las mujeres buscamos a las otras y a los otros para ser más, no menos.

Si nos emparejamos lo hacemos también para ser más, para que la pareja sea más y para sentir, a ratos, que somos mucho más que 2, que también es muy grato.

Por todo ello, la empatía, la sensibilidad, la generosidad, el amor a la vida, virtudes que acompañan a nuestro “ser buena mujer”, son desarrollos a celebrar, a aplaudir, a valorar y a utilizar mejor, poniéndolas al servicio de nosotras mismas, de nuestro cuidado, de nuestro desarrollo personal. Pero ese modelo de buena mujer nos victimiza, hay que completarlo, integrando también la rabia y el enfado como inexcusables de estar viva, gestionándolos con inteligencia para ganar autoridad y fuerza. Entonces sí, es perfecto.

Aquí las mujeres del siglo XXI seguimos con el trabajo de construir y vivir dentro de un ideal de ser mujer que nos haga justicia y nos potencie hasta el infinito y más allá, NO MÁS RECORTES.

Es tarea, es trabajo, pero interesado y todo a mayor gozo de Ser Mujer Libre. Además, trabajo siempre nos ha sobrado, pero a trabajar para sí vamos a aprender, con el inestimable apoyo y ayuda de las otras como yo, que me van a jalear cuando necesite, reconocer cuando me haga falta, esperar a que llegue, para celebrar juntas la alegría de la meta alcanzada, ser reales, consistentes, presentes, potentes y verdaderas.

 ¡Somos mucho más que cuando empezamos!

 Yo no soy esa…

A quien le importa

A mi manera

Ya no soy una muñeca vestida de azul, ni me oprime la talla 36, etc.….

Y lo que nos queda por cantar, ¡Qué alegría que alboroto!!!

 

Itziar Cantera Sojo, 26 de julio de 2019

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